Ladra mi perro a media tarde desde su silla de jardín esmeralda:
Alguien pasa, como un día que se termina,
sin nada en las manos.
El timbre anuncia una llegada, otra vida
insípida, sin memoria, y
cada frase se convierte en una estupidez rancia
que disfraza la mediocridad de nuestros pasos,
recorremos la espiral juntos, tu y yo,
atrapados en medio de la nada, vacíos:
la cárcel entre colinas y viejos, y
el ritmo pachanguero de la ciudad tan lejano…
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