19 may 2008

Eterno retorno.

Ella había decidido volver, él necesitaba encontrar un libro, no la escucho. Las cosas no suelen funcionar. Se separaron de nuevo, el otoño los volvió a unir , él había encontrado aquel libro, aquel libro que había separado su alma del suelo y que había creado en su interior la necesidad de escribir, se dió cuenta de que necesitaba una musa y supo que sólo podía ser ella. La buscó sin importarle el tiempo, sin escatimar esfuerzos, la encontró, pero ella no tenia nada que contar, ahora era una madre ejemplar con lavavajillas y secadora.

La tierra lanzó un grito , quizás los dioses se habían equivocado.

Pasaron los años y al fin el escritor publicó, una novela existencialista y apagada sin ningún éxito comercial, esto quemó sus alas, ante tamaño fracaso y con la ayuda de la cocaina y el alcohol el literato decidió no seguir adelante con su miserable existencia, no había conseguido nada en la vida y se cortó las venas ; ella se enteró por los periódicos del suicidio de aquel viejo amigo, su gran amor, su primer fracaso y se interesó por Las lágrimas del bandido (que así se titulaba el citado libro). Buscó el libro, tardo mucho tiempo en encontrarlo pero al fin lo tuvo entre sus manos, como un secreto, lo leyó y aquel secreto se convirtió en tesoro, comprendió que aquel hombre la había amado como nadie lo había hecho jamas y quiso morir por su cobardía y su negación, pero por suerte o por desgracia su hija Victoria impidió que cometiese tal acción y nunca dio el paso final y su vida se convirtió en una eterna búsqueda, en un eterno lamento. Las cosas no suelen funcionar o quizás los dioses también se equivocan.

15 may 2008

Yo aqui.

En la explanada, entre fonambulistas y falsificadores, donde los especuladores del tedio hacen su agosto, aquí me encuentro yo, en pleno centro, único centro, aquí donde se creo todo, aquí donde la nada empezó a ser. Ahora veo las formas y distingo los colores, ahora que he dejado de imaginar caminos y el desencanto me ha graduado la vista; paso entre vosotros sin prisas haciéndome pasar por vida los lunes y dejándome apagar gradualmente a lo largo de la semana para morir el sábado por la noche. Los domingos no estoy. Vestido de fracaso ante los chicos con birrete y descodificando mi reino ante aquellos que me vienen soportando. Persiguiendo caderas, creando historias entre, de y para borrachos, fumando como pose ante lo bello y juntando palabras para soportar el calor que produce el no dejarse adormilar por las sombras. Soy , como veis, un adicto al descanso; renegado con los que "tienen" razón, anonadado por las versiones oficiales, desamparado ante mi egoísmo. Entre el cielo y la tierra, entre el silencio divino y el ruido mortal, buscando el equilibrio.