20 ago 2008

Únete al club de los olvidados,
disfruta de esta magnifica repulsión,
juega en el tablero de la muerte
y destierra para siempre el orgullo,
el querer.
La luna te está esperando,
vamos chico:
únete al club de los olvidados..

Verano del 64

Era seguro que ya me había sentado en aquel columpio, me di cuenta enseguida; aquello había sucedido en el verano del sesenta y cuatro, mucho antes de nacer. Aquellas nubes estaban usadas, eran viejas, y el viento de la tarde parecía cansado. La levedad del día no correspondía con esta época. Definitivamente el día pertenecía a un verano pasado, un verano muerto cuarenta y cuatro años atrás. No se si seria por el reencuentro de miradas entre pasado y presente, entre vida y muerte o si el monótono balanceo del columpio actuó como mantra para despejar mi mente, lo cierto es que algo a través de mi piel empezó a expandirse y una libertad enorme, casi felicidad, me invadió de arriba a abajo y mi entendimiento confirmó lo que en otro tiempo -ante aquel mismo cielo, sentado en aquel columpio pero a millones de años luz de allí- solo había sido una sospecha. “Todo es un fluir intergeneracional de ideas que flotando en el aire van a converger en un mismo punto. El punto lo es todo, principio y fin, el camino es circular, casi recto. El infinito a de ser amor.” Y entonces comencé a reír y no paré de hacerlo durante el resto del día.

El disparo.

Anoche salí a la calle armado con mi nuevo rifle, te andaba buscando. Quería meterte un tiro entre ceja y ceja y acabar de una vez por todas con esta farsa humanista y desalentadora a la que llamáis libertad. No te pude encontrar. No pude hacer que reventase tu cráneo y tus sesos mancharan el muro tras el que te escondes agazapado. Pero te encontraré, esta noche quizás, y entonces mi imagen saldrá en todos los programas de televisión del mundo. ¡mi imagen! será una imagen fría, directa, silenciosa. Brillante. Esa sola imagen será mi yo y después podré mirarme al espejo para saber donde coño esta la verdadera libertad.

La montaña

…y más allá la montaña, el estrépito inconsciente del trueno y la venganza. Aquí, ríos de sangre, ocultos bajo el asfalto, ahogan la melódica serenata del tedio, el miedo y los imperios. Un silencio inhóspito disfraza la tristeza de los días. Más allá la montaña, cáliz donde han de beber los hijos de los hombres curados ya de su locura

Resignación

Desapareció en un momento de alegría, se dejó llevar por el sentimentalismo y perdió la cabeza en un suspiro. Dejó que las copas lo mecieran hasta que ya no hubo donde agarrarse, entonces decidió retirarse del juego. Al día siguiente, con la cabeza coronada en sol, sintió que algo desagradable y viscoso se le había acoplado a las entrañas y recordó el momento de debilidad de la víspera. Sintió miedo, después intentó explicarse su propio error y vio que no tenia por donde cogerlo, se entristeció al comprobar el tamaño de su fracaso y se dijo que nunca más se dejaría guiar a oscuras. Ahora después de un par de días recluido sabe que la vida es una sucesión de traspiés y que solo el olvido logrará poner las cosas en orden. No se puede luchar contra el destino

LA CARNALIDAD INFECTA

Recordó la primera vez que soñó con aquello y eso desentumeció sus músculos, se sintió ligero, parecía flotar. Ella hablaba y hablaba. Se fijó en sus cejas, aquella zorra estaba segura de tener razón y eso, sabía ella, lo sacaba de quicio, pero pronto comprendería… Se echó hacia atrás rascándose la cabeza y notó que tenia una leve erección. Una mano aferrada a su brazo y una voz vagamente familiar gritando: “lárgate cabrón” lo sacaron de aquel estado de trance, supo entonces que había llegado el momento. De pronto el mundo desapareció, tan solo había ya una especie de vacío eléctrico y después silencio, un silencio místico, una especie de Verdad. Ahora no sabría explicar cuando volvieron a aparecer las formas y los colores pero después de aquel paréntesis en lo conocido la vio más hermosa que nunca y sintió que toda la tierra
había muerto con ella; por fin deseó no haber nacido.

LAS YEMAS DE DIOS

Y Dios, cansado de tanta maldad en su amada tierra, se echó a dormir pidiendo al cielo una solución a tanta locura , estuvo durmiendo más de un siglo y se despertó con hambre, pero en la tierra habían pasado de moda los sacrificios y tuvo que conformarse con unas yemas de santa, le gustaron tanto que nunca se volvió a acordar de los hombres y sus deliciosas vírgenes hasta que un día comprendió que aquella había sido la respuesta esperada y contactó con una pastorcilla muy tonta pero muy buena llamada Teresa para darle la receta de aquel sublime manjar. Esperó desde su trono la reacción de los hombres y al comprobar que estos después de comer sus yemas no tenían ganas de tangana dio las gracias al aire y reconfortado fue a echarse otro sueñecito. Nunca se ha vuelto a despertar.

Filibusteros.

¿Quieres bailar con esos?, ¿esos de las gafas de sol y el pantalón de pijama? Déjame que te explique algo acerca de esos:
Esos son los que dicen que agarran la poesía por los huevos para después irse de fiesta. Cleptómanos que huyen sin nada entre las manos. Nos han contado que ellos viajan al pasado cada vez que se ponen delante de un espejo, mentirosos. Maricones que integran farlopa en la fibra de vidrio. Hablan y se elevan dejando abajo al resto de los mortales (la masa insípida de donde ellos maman, pues son mamones) para, una vez encima de todas esas cabezas, orinar con una sonrisa en la geta.
¿Dices que tu también quieres mear desde las alturas?, pues déjate llevar por el deseo, triunfarás, un guiño templado te confirmará que tu también formas parte del sueño y ellos alzarán su copa para que brindes por tus alegrías. Será un juego, una farsa elitista y medieval que te hará sentir joven y despreciar todo cuanto eres para transformarte en el muñeco con que los verdaderos magnates entretienen a los hijos del pueblo, y, sí, te dejarán participar en la función , ya lo veras. Serás imprescindible, un tiempo al menos, pero, ellos saben podar los jardines. Cuando no sirva tu mentira te olvidarán y caerás al suelo con tal fuerza que no recordaras ni cómo te llamas, andarás dando tumbos toda una eternidad, pensarás que cualquier imbecil merece más la vida que tu y querrás desaparecer, te habrán robado el alma. Ahorra tiempo y energía: no dejes que nadie, ni siquiera el ego, te eleve por encima de tu propio concepto, pues la inocencia es el bien con que ellos sueñan, es lo que anhela el terrible hombre del saco.

Bajo el sol

Bajo el espeso sol imagino mañanas llenos de luces y caminos, y sonidos en la noche de un mes falso en un territorio falso. Me cabrea que todavía vea flores en un jardín imaginario -que un día de primavera regase para olvidar el resto de ecosistemas adecuados a la supervivencia- mientras, este sol impertinente y grotesco, me abrasa la sesera.

-No hay puertas en el paraíso- me digo- el camino esta exento de paisajes o árboles con sombra- metáforas que he de repetirme para no perderme en el jardín.
Tan solo puedo imaginar que los cortes en mis pies son los años que, gritando en sangre, me van recordando lo efímero de mi viaje.
El hombre se pasa la vida entera intentando expresar su primavera haciendo garabatos en el aire, garabatos que por otro lado han de proporcionarle alguna alegría pero que en realidad son tan pobres como su triste condición mortal.

La primavera fue una imagen. Ahora camino a ciegas.

T.V.

Veo, sentado en el sofá de mi casa, un montón de lugares extraños en países remotos llenos de colores exóticos y cielos inmensos bajo los que uno podría desear morir. Lo hago cada tarde después de comer gracias al milagro del televisor… La fe mueve montañas.

PURA NADA

Pura nada, comprimida, estimulada por la fricción del desencanto, atenuada por la triste realidad lluviosa, pura nada en segundos implacables, dormidos, destinados a morir en formación. Inalterables.
Trabajo canjeable por nada, una nada aumentada cada lunes, una nada rancia y sindical, estúpida dejadez del pensamiento. Nada recalcitrante y anormal que viste las calles de tu linfática ciudad, circuito cerrado. O esa nada de un domingo en el parque con comepipas en torno a un desecho de vida y celulitis mal llevada. Ese tipo de estructura de repetición que es la nada de los tambores, el mantra monótono que adormila a los chiquillos revoltosos después de las diez.
Nada en cada uno de tus cuadros, hace ya tiempo que no pintas nada.
En los capiteles de la catedral se aburren las avutardas cada mañana de nueve a doce y abajo, la plaza llena, proyecciones con música (como en el colegio, las diapositivas del profesor chiflado), en fin, pan y circo como siempre. Pues nada.