8 ago 2007

SI EL TIEMPO NO LO IMPIDE...

Se me ocurre pasar la tarde,

contigo.

Salir al balcón y mirar la ciudad,

juntos.

Observar su gran estructura

muerta

y perderle el miedo al reloj.

A lo mejor te llevo al parque

( célula insertada en lo más

profundo

del cuerpo inerte del

monstruo); árboles y sol.

Tu podrías mirarme, silenciosa

y pura;

cómo yo

(eterno perezoso),

descanso mis huesos

y fumo un cigarrillo

y me concentro en el

"juego" de

los niños;

quizás, se me ocurriese alguna

buena - nueva hipótesis

sobre los procesos grupales de

socialización en la Infancia

y sus posibles

usos prácticos en la época adulta.

Tú, dándome alas,

cojerías una flor que guardarías,

mas tarde,

en un rincón de tu memoria,

para que yo

la colocase en tu

oreja y así,

más tarde,

cuando te hubieses ido,

recordar que, aquel día,

estabas preciosa.

Después compraríamos,

uhm...¡un helado!

y yo te besaría con

pasión

para tenerte

cogida de la mano

todo el camino de vueta

a casa

y poseerte,

durante un segundo,

cómo si te hubiera esperado

toda una vida.

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