29 oct 2007

pasaje

Y ahora solo me queda pasar,
Dormitar para escabullirme,
Defender mi autoestima con uñas y dientes.
Después el tiempo pondrá las cosas en su sitio,
dominándolo todo
Y cuando no quede ninguna solución o ningún problema
Volveré a dudar, quizás, ese día, llore.



Gominolas de “a duro”, zapatos castellanos, y un balón como amigo. En la escuela era el más rarito de todos, el niño era omnifóbico.
Pasaron los años y harto de no encontrar a nadie, se dejo llevar. A cambio pecados y nada más. Al final: un gran hombre, con club de fans y todo, pero el día dio paso a la madrugada y al alba no pudo reír, así se fueron alejando todos sus alegres compañeros y el instinto le hablo de iluminación, siguió el camino del peregrino que lo puso frente a su alma y la encontró moribunda; él ,asustado, la miro a los ojos y la preguntó que qué era lo que necesitaba, quería ayudarla, ella sonrió y aparto la mirada, esto no hizo mas que animar a nuestro joven y la volvió a preguntar, ella dijo con desprecio: “ no puedes levantarme, no eres nada”, entonces el joven soltó una lagrima que cayo en su razonamiento, y lo disolvió dejando libre su locura, esta lo estremeció de arriba abajo, hizo tambalear todo su ser y automáticamente un zumbido se adueño de su cabeza, era la señal. Tenia que matar la imagen, la sombra que lo acompañaba y rompió con todo. Acabó el zumbido.
Lástima, pena, burla, eran las imágenes nuevas que el niño – hombre consiguió a cambio, como proyección. Volvió a caer en el llanto; lloró y lloró hasta que un día se le secó el lacrimal que lo había estado empapando todo y entonces pudo distinguir a su alma que se encontraba fuerte de nuevo y le sonreía; por las noches habla con él y le cuenta algún que otro secreto para que admita su soledad y de gracias por tenerla como compañera. Ella no lo asusta y sin embargo a veces recuerda sus pecados y los hecha de menos, esos días, el niño, se acuesta antes.

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