15 feb 2008

EL PÁLPITO

La autentica locura fue dejarse envolver por el mundo, convertirse a ojos de los demás en otro cordero del rebaño ; elegir dejar la lucha y pasarse al enemigo en calidad de siervo a cambio de obtener el sueldo justo para llevar una miserable existencia, convencerse a sí mismo de que la única salida a tanta tristeza era la individualidad de lo plural, el sufrir en manada, aceptar, por medio de las manos, una realidad punzante e incomoda que permitía gritar con fuerza sin ser tachado de sensiblero. Esta fue su verdad.
Ahora siente la libertad en su dolor, mucho mas honesto que todas las grandes palabras que había utilizado durante tanto tiempo como forma de mantener la mentira cotidiana, esa locura sin objeto, desgraciadamente, tan de moda hoy en nuestra sociedad de pantalla de plasma y gas natural. El dolor como salvación, el sufrimiento habitual como forma de expiar la culpa, aceptar la realidad tal y como viene con sus giros bruscos y sus golpes de azar, comprender de forma activa la miserable condición que conlleva haber nacido sin ganas de hacer trampas, ver las trampas y esquivarlas, separarse de aquellos que prefieren el pienso y el agua en la jaula y alejarse de los barrotes intentando llevar la cabeza bien alta para no perder de vista al grupo, a veces una lágrima asoma en medio de esa soledad pero la gravedad, como buena ley, no perdona y exige seguir batiendo las alas. Reconocer en esta comedia un drama, admitir que habita desde siempre en un valle de lágrimas.

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