28 feb 2008

Nueveytreintaeme

Son las nueve y media, sujeto entre mis labios un cigarrillo que apunta al aparcamiento vacío, suena, barriendo el liso gris del aire, una vieja canción que no logro reconocer; el dia se escapa melódicamente entre trompetas y trinos, a lo lejos mis oídos configuran una autopista: camineros en autoservicios olvidados que giran las cabezas persiguiendo con la mirada el terrible bamboleo de las nalgas de una bakaluti que con un poco de prisa y mucha sensualidad paga una botella de font vella en la zona de cajas, como esta la juventud... las cucharillas redoblan entre ventanales y franceses de excursión. A lo lejos, de nuevo en el parking, aparece la figura difuminada de una modelo frustrada que, apenas ha abierto los ojos, tiene que empezar a dar los buenos días a las criaturitas con quien pierde sus días y el reloj se me para cuando enciendo mi segundo pitillo. Reconozco cierta belleza en la escena y mientras el instinto me señala a Dios, la razón me explica que el cambio climático ha desmejorado el invierno (orgullo de esta triste ciudad), hago caso a mi instinto e inspiro con fuerza el aire para llenarme de aquella paz tan extraña que aparece tan solo en los años bisiestos, de pronto caigo en la triste verdad de los días y el reloj empieza a marcar de nuevo los segundos pero ahora de manera frenética y amenazante, apuro mi descanso con tres fuertes caladas que me asientan firmemente en el asfalto, la canción a terminado, en seguida me pondré el mandil y el gorrito de payaso, hoy cambian las ofertas y las pisadas atenúan la adebacle.

1 comentario:

Beatrix Kidoo dijo...

has vuelto!!! YHUUUUUUU!!! aunque yo no estoy demasiado, pero iré pasando, qué bien..

besosonrisa